Hoy como todas las noches me atacó tu recuerdo. Pero esta vez no dolías, sino todo lo contrario.
Comencé a rezar por ti, por nosotros. Algo inexplicable pues sabes bien que yo no soy persona de fe.
Y sin embargo me encontraba, de rodillas, con las manos entrelazadas pidiendo por ti.
Y ¿qué más podía pedir, que no fuera tu felicidad?
Pedí que encontrarás aquello que llevas tiempo buscando y que yo no podía darte. Un amor libre, sin ataduras. Un amor a tu manera.
Pedí que siempre sonrieras, no podía imaginarte siempre con la tristeza en tu rostro, no a ti. Tú me enseñaste lo que era sonreír incluso en los peores momentos.
Pedí también, que encontraras a alguien que te apoyara como tú me apoyaste a mí. Que viera tus triunfos como propios, como yo solía hacerlo
En resumen: pedí que fueras feliz, pues no podría desearte otra cosa.
Hoy que son tiempos difíciles de entender, me hace muy bien saber estas reflexiones.-Gracias.-saludos.
Gracias a ti.
me alegra que te haya hecho sentir un poco mejor.
saludos!