«¿Qué sabes de la vida?», «No puedes amar a alguien», «Tienes una vida por delante», «Dedícate a estudiar», «Sal a fiestas», «Disfruta a tus amigos». Todo a mi alrededor retumba con estas frases, cada instante, de cada persona que dice amarme y sólo pienso en estos escasos años de vida, muy buenos, llenos de momentos; el inicio de mis mejores años, mi preparatoria, mi búsqueda por una vocación y todo aquello que debe ser prioridad.
Pero tú no lo eras, me engañaste con cosas que se consideran tabú, me mentiste con tu vida y te pintaste como el héroe que quieres ser, pero no existe, no existes. Créeme, jamás dudé de ti, de tus palabras y promesas mientras me retabas con tu mirada para que yo confiara, lástima que no pudo ser así, siempre hubo algo en tus ojos.
Tú eras ese ultimo cigarro en la cajetilla que se termina en un instante y sabe gloria, pero al final es un vicio y te mata lentamente. Aunque las letras digan lo contrario, las palabras sólo se quedaron en el aire y los hechos en mi corazón; me confundí y me hundí como pocas veces la vida te hunde y tus lágrimas se vuelven agua fría que te despierta del sueño, porque eso fuiste, un sueño, una ilusión.
Desde esta noche hasta el fin de mis días, no serás más que un recuerdo, uno de los más hermosos recuerdos de mi corta vida, de estos escasos, imprudentes, rebeldes e inexperimentados años. Sin duda tu recuerdo me sacará una sonrisa y una lágrima, pero me dará las fuerzas para saber escoger, para ir lento, para caminar en mis propias nubes…
Y jamás en mi vida volver a toparme con alguien como tú.